León en la ruta de Rubén Darío

ESPECIAL/EL NUEVO HERALD

El poeta Rubén Darío no sólo es el personaje más reconocido de la historia de Nicaragua, sino que 96 años después de su muerte se ha convertido en un ícono que moviliza turistas hasta su tierra natal.

Muchos visitantes que llegan a Managua, hacen el recorrido de 70 millas por carretera, con el volcán Momotombo a su derecha, hasta la ciudad de León, atraídos por conocer la casa-museo donde vivió el principal representante del Modernismo hispoanoamericano.

Jóvenes y adultos que leyeron su poesía y su prosa viajan a Nicaragua atraídos por la posibilidad de seguir la huella de sus pasos.

Hoy se puede entrar al cuarto donde nació, ver los manuscritos de sus obras, apreciar sus trajes, ver sus fotos y leer la correspondencia del autor, expuesta en las vitrinas.

La vía está en buenas condiciones y se puede llegar en taxi o en ómnibus que salen del Mercado o desde la Universidad Centroamericana (UCA).

Antes de arribar hay un desvío de pocos kilómetros, por un camino que conduce hasta las ruinas de León Viejo, devastado por una erupción volcánica que destruyó la ciudad en el año 1610. Allí cerca de lo poco que quedó, existe un poblado de gentes humildes con una localización excepcional para tomar fotografías del Momotombo en los días de sol.

En León, como en casi todas las poblaciones del país llama la atención la exuberancia de la naturaleza, que se manifiesta en los jardines y el verde de los bosques.

Es la segunda ciudad más grande del país, renombrada como epicentro universitario y cabecera agrícola y comercial.

Uno de los primeros sitios para visitar es la Catedral de Asunción, tipica muestra de la arquitectura colonial española, donde se encuentra la tumba en la que reposan los restos del poeta Darío.

De Metapa, una aldea cercana donde llegó al mundo en 1867, Ruben Darío fue llevado a los 40 días de nacido a una casa de León, donde vivió por 14 años, por lo que el inmueble se convirtió en museo en 1964.

Es también un museo-archivo con un patio interno y cuatro salas, donde se puede ver una exposición de muebles del siglo XIX, el dormitorio del coronel Félix Ramírez Madregil y de doña Bernarda Sarmiento de Ramírez, tía de Darío, la cama en la que agonizó y murió el poeta, el Cristo que le regaló el poeta mexicano Amado Nervo y una de las mascarillas que le tomaron al morir. El público tiene acceso a centenares de obras y ducumentos importantes de su vida.

Según el guía están las ediciones príncipes de los libros de Darío, la colección casi completa de la revista Mundial Magazine, editada por el poeta en París, y documentos originales, álbumes de muchachas de su tiempo en los que hay versos suyos y fotocopias de muchos manuscritos que se conservan en el Seminario, en el Archivo Rubén Darío de Madrid, en la biblioteca del Congreso de Washington, Buenos Aires y otros lugares.

Se conserva la Biblia (en varios volúmenes), que leyó Rubén de niño, una edición de El Quijote del tiempo de su infancia y muchos objetos que pertenecieron a la familia Darío.

En otra sala se expone en una vitrina el traje diplomático usado por Darío como embajador de Nicaragua ante el gobierno de Madrid, un guante, un pañuelo de seda y el espadín complementarios del traje. Recorrer la casa de Rubén Darío en León es reencontrarse con su espíritu y su obra.

Luego de visitar el mundo del poeta, cuya sola mención enorgullece a todos los nicaragüenses, conviene probar la comida típica para enamorarse de los sabores de esta región. La base de la gastronomía es el maíz, presente en los buñuelos y el nacatamal que se comen con quesillo y gofio.

 

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