Lorica, donde todo se sabe
Gira relámpago. Viajé Miami-Bogotá para recibir la segunda edición de mi nuevo libro de viajes “De la tierra del hielo a la tierra del Fuego”. Escala de una noche en Lorica; cena con higadete. Amanecer con lluvia y truenos. Recuerdo que hoy es 14 septiembre Día del Cristo, santo venerado por mi mamá. Fui a la iglesia, a las 7:30 am, estaba cerrada, supongo que por la lluvia. Disfruto un rico café árabe con cardamomo y canela. Luego un vistazo al mercado público. El mismo río, las colmenas, los olores, los restaurantes de sancocho de pescado y arroz con coco, el colorido del paisaje y la misma gente con su alegría y desparpajo, que me devuelve a mi infancia. Lorica, un pueblo en el que todo se sabe y nunca pasa nada. Así es mi patria chica, un municipio de 130.000 habitantes, con 30 grados de temperatura, que no le niega calor a nadie. Lorica, un pueblo con patrimonio histórico y cultura india, negra, europea y del Medio Oriente. Donde todos esperan, sentados en sus mecedoras, escuchando vallenatos y viendo pasar las motos, que alguien les traiga el desarrollo y una mejor calidad de vida.