ENRIQUE CORDOBA: Necesitamos buenos políticos

ENRIQUE CORDOBA: Necesitamos buenos políticos

BY ENRIQUE CORDOBA

Una de mis grandes desilusiones de la vida, y con los años uno se va llenando de ellas –no sé si para bien o para mal–, fue comprobar que quienes nos gobiernan no eran tan deslumbrantes, como yo creía antes de subirme a la pila de años que hoy tengo y ver en la distancia, lo desvergonzado que son algunos.
El problema no es que sean republicanos o demócratas; sólo exigimos que hagan las cosas bien.
Han arrinconado la pulcritud y la decencia que exige el manejo de los dineros públicos. Aquí hay muchos responsables que están acabando con un lugar soñado por americanos e inmigrantes, de ayer y de hoy. Ni pensar con quienes llegaron pensando en el sueño americano. Muchas oficinas centrales de importantes corporaciones se han mudado a otros lugares, debido a las desventajas propiciadas por el gobierno local.
Es inadmisible que se utilicen los fondos aportados con nuestros impuestos, para comprar conciencias a la hora de votar. Los políticos que actúan de esta manera traicionan la confianza depositada en ellos y dañan la imagen de quienes desean trabajar correctamente. Hacer política se ha convertido en terreno de osados.
Contaminar la política es una forma de apropiarse de los instrumentos de la democracia, para usarla indebidamente. Competir electoralmente es como lanzarse a un campo de batalla en el que hay que hipotecar la independencia para vencer. Ya no se gana con ideas y buenas iniciativas sino con el respaldo y capitales de intereses creados. Es algo que envilece y desvía la esencia de la política. Sin embargo, no podemos aislarnos, porque es abrir nuestros bolsillos a los políticos inescrupulosos.
Debemos ser más vigilantes y decidirnos a crear mecanismos comunitarios que obliguen a los candidatos a cumplir con sus promesas. Vamos a tener que exigirles que firmen ante notario su ideario político como garantía para darles el voto. El sufragio otorga poder y no se puede entregar gratuitamente a cualquiera que después se endiose y se crea superior a sus electores.
A pesar de todo, entre las aguas turbulentas hay gente extraordinaria, a quienes debemos apoyar.
«Uno no puede ir al pueblo y pedirle los votos y después darle la espalda», me comentó Rebeca Sosa, una comisionada decente, con iniciativas, sentido social y abierta al debate, que sería un lujo en la alcaldía.
No tiene presentación que en el condado Miami Dade, donde se han cometido tantos errores, existan funcionarios y asesores con salarios mayores a los del vicepresidente de la nación.
Según Norman Braman, el líder de la campaña contra el abuso de los impuestos, «hay tres recepcionistas que juntas devengan medio millón de dólares».
«Esto nos pasa por elegir gente inexperta en cargos que requieren una experiencia mayor», aseguró Jaime Angulo, escultor español residente en Miami desde hace 35 años.
«Cómo podemos nosotros respaldar a un político que pasó por la Calle Ocho a pedirnos el voto en su campaña y ahora nos da la espalda», me dijo Claudina Rosales, mientras me planchaba unas guayaberas el martes pasado.
Claudina es una señora de 60 años, natural de Chaguaní, un pueblo cercano a Bogotá, casada con un cubano de Camagüey, que se ha visto obligada a salir a trabajar y multiplicar sus part-times, en vista del aumento de los impuestos y la carestía de la vida en Miami.
Anselmo, su marido de 65 años, que trabaja en un restaurante hasta la medianoche, tenía previsto ir con su mujer a conocer a Cartagena. «Lo hemos aplazado, el dinero no me rinde», dice. «Tengo que pagar cuatro peajes diarios para ir al trabajo y los precios de los alimentos suben y suben».
Son cosas inconcebibles. Es hora de castigar a los políticos y burócratas incompetentes y escoger dirigentes con ética y criterio gerencial.

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