Cádiz provincia, curso intensivo

Entré a Cádiz por el puente “La Pepa 1812,”, y dormí en un hotel inaugurado en 1.850, en una callecita cerca de la Diputación,. Por su entorno y estilo me dio la impresión de que ese callejón ya lo había visto, replicado en el centro de La Habana o en Cartagena de Indias.

Al día siguiente inicié una expedición periodística de cinco días por la provincia gaditana y quedé alucinando por la riqueza histórica, diversidad y las bellezas de más de una docena de pueblos blancos, que cuelgan de las sierras o se extienden en las costas del sur de España. Es la Costa de la Luz.
De pasado fenicio, cartaginés, romano, árabe del norte de África, cada pueblo me dejó su impronta por su diseño, estilo, atractivos turísticos y la hospitalidad de sus gentes. La gastronomía, es riquísima en sabores y recetas y más parece un repaso de culturas. Si hablamos del sol, la luz y la variada oferta hotelera, es un destino paradisiaco.

También tenemos que destacar sus playas, que son punto aparte, por lo amplias, el color del mar y las facilidades para navegar. Las comodidades de los puertos, los amarres de las lanchas, y la facilidad para practicar deportes acuáticos, son escenarios internacionales. Bodegas de vino, los quesos, bosques de pinos, olivares, aljibes, museos, tiendas típicas, faros, estrechos, conventos, castillos, calas pequeñitas, atardeceres, puertos, y un sinfín de detalles, quedan en la memoria pidiendo volver a este viaje a Oriente entre cuestas y azulejos.

Tiene razón quien dijo que se lo pierden quienes no han venido a conocer esta colección de pueblos preciosos de la provincia de Cádiz.

Mi llegada a la posición mas meridional de Europa continental, la recuerdo como una lengua de tierra de cien metros que entra al agua, desde un destartalado castillo árabe de Tarifa, en dirección a la costa marroquí. Lo caminamos con la emoción de ver el Océano Atlántico a la derecha y el Mar Mediterráneo a nuestra izquierda. Al fondo, por el estrecho que hizo célebre Hércules, cruzaban los barcos, y a 14 kilómetros, África, con su misterio. Un referente geográfico que sumo a mi lista. Esa experiencia me hizo el día.

Tarifa es un pueblo pesquero de raíces árabes, desde donde se divisa el paso de barcos, a toda hora. En su casco antiguo, sus edificaciones, los restos del castillo, y los callejones, se respira su pasado de batallas y reconquistas. Al lado, el Peñón de Gibraltar. Por su fuerte viento de Levante está considerado uno de los tres mejores lugares del mundo para practicar windsurfing y kitesurfing.

Nuestro recorrido por el sur de la provincia de Cádiz nos llevó a las playas de Bolonia y al lado Baelo Claudia, la que fue factoría fundada por los romanos en el siglo III, a. C.

Fue el centro industrial de los romanos por cinco siglos. En el mar se realizaba la captura y despiece de atún y esturión, y en esta villa, de idílico paisaje al pie del mar, preparaban el garum, con sus visceras. Con esa salsa se conservaba y lo comercializaban por todo el Imperio. Entre las huellas arqueológicas se pueden ver vestigios del teatro, copia de una estatua de Trajano, uno de los emperadores nacidos en España, entre columnas del foro, templos y capiteles.

La vista con dunas de arena suave, playas, mar y la historia como colofón, invitan a disfrutar ese paraíso turístico. Este curso intensivo de cultura gaditana, tuvo en Juan Antonio Garcia, no solo un guía mandado a hacer para disfrutar con su dominio profesional, sino un amigo con calidad humana y sensibilidad para convertirme en un adicto de la provincia de Cádiz.

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Quedan nombres de lugares para llevar y estudiar: Bolonia, Arcos de la Frontera, Prado del Rey, El Bosque, Conil, Gibraltar, Tarifa, Valdevaqueros, Baelo Claudia, Barbate, el Estero Natural de la bahía de Cádiz, Caños de Meca, el Faro Trafalgar, Cala de Roche, Castillo de Sancti Petri, el litoral de Chiclana, el río Guadalete, juderías, el Museo de magia y manos en la piel, en Ubrique. Paso del Rey, las bodegas del famoso vino sherry de Jerez y su Real Escuela Andaluza de arte ecuestre.

Todos son atractivos que ameritan tiempo y crónicas puntuales. Inolvidable mi experiencia en Cádiz.

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