La Guajira, tierra de embrujo y leyendas

ENRIQUE CÓRDOBA
ESPECIAL/EL NUEVO HERALD
La Guajira es una rústica península de puertos, caseríos y hermosas bahías que sobresale en el mapa de Colombia sobre el mar Caribe, en la frontera con Venezuela.

Tiene paisajes exóticos de desierto, mar azul y noches estrelladas.

Uno de los lugares más soñados es el Cabo de la Vela, un paraíso veraniego de playas y cabañas, donde gentes de muchos lugares y parejas de enamorados prometen volver para presenciar los más románticos e inolvidables atardeceres.

La primera sorpresa en este viaje la tuve al llegar a media noche a un velorio wayuu en un lejano caserío del clan Epiayu a cuatro horas en camioneta desde Uribia.

Despedian a un familiar que habia muerto hacía un mes, turnándose para llorarlo, tomando café las mujeres, y bebiendo whisky los hombres. “Esa es su tradición cultural” dijo la comunicadora Dora Bruges.

El viajero que recorre a la Guajira silvestre, queda embrujado por su geografia maravillosa. Se mezclan las rancherías de techos de palma habitadas por tribus wuayuu, el desierto, praderas áridas y una sierra montañosa en medio de la sequía donde hace frío al anochecer.

La Macuaira es una cadena de montañas, un oasis en la Alta Guajira, donde se condensa el agua creando un ecosistema diferente de biodiversidad y verdes al pie del desierto.

La población de este departamento, cuya capital es Riohacha, se acerca a los 700,000 habitantes, tiene una extensión de 20,848 kms cuadrados –el tamaño de Israel o El Salvador- y esta localizada a 220 kilómetros de Barranquilla y a cuatro horas de Maracaibo.

Es una región que cautiva por la belleza del paisaje y conquista paladares con la cocina.

“En nuestra tierra desayunamos huevos revueltos con langostinos, se almuerza tortuga guisada y en la tarde cenamos con chivo o pescado frito” , declara Yoly Cuello periodista de Radio Caracol oriunda de San Juan cerca de Valledupar, donde se celebra el festival vallenato.

Las mujeres indígenas lucen vistosas mantas y los hombres trabajan en el pastoreo de chivos o en labores agrícolas.

Su ubicación estratégica en el litoral y la cercanía con el Golfo de Venezuela, facilitan el contrabando y explican por qué en la Guajira abundan a bajos precios: mercancías, licores y cigarrillos que ingresan sin pagar impuestos.

En Maicao, un importante centro comercial en los límites con Venezuela radica una numerosa colonia de palestinos, sirios y libaneses. El árabe es otro idioma que se escucha en la calle junto con el damana y koguian de la étnia kogui o kággaba.

La minas de sal en Manaure y la explotación de las minas de carbón del Cerrejón –las más grandes del mundo a campo abierto–, son base de la economía regional.

Dormir en chinchorros bajo el firmamento de Puerto Estrella con el susurro del mar es una experiencia de la que se ufanan quienes han visitado a la Guajira.

En el piedemonte oriental de la Sierra Nevada de Santa Marta está la Baja Guajira. También conocida como la Provincia, es cuna de los mejores compositores de vallenato, la música de moda y más difundida de Colombia. Son poemas que le cantan al despecho y a la belleza del terruño.

enriquecordobaR@gmail.com

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