EL RIO DE BOLIVAR

ENRIQUE CORDOBA

Llegué a Ciudad Bolivar, en el oriente venezolano, procedente de Caracas, luego de recorrer en automóvil los 1.678 metros que separa los los lugares.  Al frente el puente sobre el caudaloso río Orinoco que el Libertador Simón Bolivar, atravesó en chalupa, en diciembre de 1.819 para fundar la Gran Colombia con la unión de Venezuela, Nueva Granada y Ecuador.

Angostura era el nombre original de esta población, debido a que en ese punto se adelgaza el “soberbio Orinoco”.

Escenario de las primeras batallas contra los españoles, fue declarada por Bolivar capital provisional de Venezuela, en 1.818.

Ciudad Bolívar es uno de los lugares del sur venezolano que encierra más historia en sus calles, plazas y museos.

Visitas obligadas son la casa donde estuvo detenido el general Manuel Piar antes de su fusilamiento en la plaza principal de Angostura el 16 de octubre de 1.817, y San Isidro, una propiedad de la familia Cornieles, la cual era frecuentada por el Libertador.

Aquí redactó el “Discurso de Angostura” y en la actualidad es un museo que conserva los jardines y deja apreciar la belleza de las casas de la época.

–Qué platos típicos de la región me aconsejas para almorzar, -le pregunté a la catira de un restaurante de cocina en leña, que secaba el sudor que le escurría por la sien. Me enseñó el menú y recitó:

–Pelao guayanés, con gallina y arroz asopao, sancocho de sapuara, o pescado de morocoto. Si prefiere tambien tenemos: venado, lapa, pavón frito, costilla de lechón y pasteles de atún, de morrocoy y chigüire.

En la tarde, cuando el bochorno y el sol permitieron salir a la calle, fui a la casa donde se imprimió el primer periódico de Venezuela, “El Correo del Orinoco”, en 1.818. Guardo como un tesoro el momento de tener en mis manos la edición original del ejemplar del 17 de diciembre de 1.819 donde se anunció en primera página la instalación del Congreso de delegados presidio por Bolivar y el acto de creación de la Gran Colombia, que se desplomaría en 1.830.

El nombre de Santo Tomás de Angostura fue cambiado para honrar la memoria de un latinoamericanos que en su afán de lograr la independencia recorrió, desde su natal Caracas, hasta el Perú, con no pocas dificultades.

Seguir la huella de los viajes del Libertador Simón Bolivar por los caminos del Continente, es una fascinante experiencia de turismo histórico y un reencuentro con las montañas, los ríos, mares, volcanes y bellezas naturales y pueblos de nuestra América.

Bolivar fue un viajero sin descanso cuyo primer viaje a los quince años de edad lo realizó a España con fines de estudio y para moldear su personalidad.

Luego de varias idas a Europa que lo llevaron hasta Madrid, Paris, Roma y Londres, Bolivar emprendió su carrera libertaria.

El dos de noviembre de 1.812, con solo 29 años de edad y el grado de capitán, llegó Bolivar por primera vez a tierras colombianas, procedentes de Curazao, frustrado por la derrota de la primera República venezolana, en la cual estuvo comprometido el Marquéz del Toro y  el precursor Francisco de Miranda, otro patriota y probablemente el más universal de los viajeros americanos del siglo XVIII y XIX.

Bolivar se interna en el Bajo Magdalena con la misión de reclutar soldados y oficiales, como Antonio Ricaurte y Atanasio Girardot, para organizar los ejércitos que enfrenten a los españoles en Venezuela.

El 14 de mayo de 1.813 salen de Cúcuta al Táchira reforzados por Rafael Urdaneta y José Felix Rivas y el 6 de agosto llega triunfante a Caracas, que lo acoge como el gran héroe.

Los viajes que hoy cubrimos en avión con horarios convenientes y cómodos hoteles, los cumplió este super hombre, cabalgando bajo las inclemencias del tiempo y los desafíos de la naturaleza.

Las geografías de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, el país que él creó dividiendo al Perú, las atravesó de frontera a frontera.

Los seis mil kilómetros, de distancia entre Caracas y Lima, – por mencionar un solo trayecto- con desviaciones en los pueblos del recorrido, los cubrió Bolivar en varias ocasiones.

Es común para el viajero encontrar la señalización de los caminos por muchas ciudades, fondas, veredas y haciendas.

Letreros con recordatorios como el que ví en una finca cerca de Bucaramanga, por donde pasó en cuatro ocasiones, que dicen: “Por aquí pasó el Liberador Simón Bolivar en el año 1.820 rumbo a Bogotá”. O el aviso que se leé en una casa de la calle once con carrera quinta del barrio “La Candelaria” de Bogotá: “De esta casa salió Simón Bolivar el 6 de mayo de 1.830 para no volver jamás”. Viajó por la vía de Honda, Tolima, navegando por el río Magdalena, rumbo a Turbaco –donde se enteró del asesinato de Sucre-, hasta llegar a Santa Marta, siete meses más tarde, donde dejó sus últimos suspiros. Allí llegó enfermo y desilusionado, –convencido de que “había arado en el mar” con la idea de recuperarse y emigrar a Europa.

A los puertos de México, Estados Unidos y Cuba, los tocó ligeramente en las  escalas breves de sus traslados por barco a Europa.

En cada uno de estos países, Simón Bolivar dejó rastros, hoy convertidos en monumentos históricos. En la Quinta de Bolivar en Bogotá, al pié del cerro de Monserrate, se exhiben los muebles, uniformes, armas, libros y objetos que pertenecieron al Liberador.

Sobre el malecón de Guayaquil se levanta el monumento en homenaje al célebre encuentro del 27 de julio de 1.822, con el jefe de los ejércitos del Sur, José de San Martín.

En la hacienda San Pedro Alejandrino, de Santa Marta, Colombia, se mantiene intacto el cuarto con la cama donde Bolivar expiró el 17 de diciembre de 1.830.

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