SYDNEY: DE COLONIA PENAL A CIUDAD MARAVILLOSA

SYDNEY: DE COLONIA PENAL A CIUDAD MARAVILLOSA

ENRIQUE CORDOBA

SYDNEY. En enero de 1788, arribaron a la bahía de Sydney 11 barcos, transportando  colonos ingleses, entre ellos, 778 convictos de crímenes, 192 mujeres y 586 hombres.

Port Jackson, el lugar donde Arthur Phillips fundó la colonia penal en aquella época, es hoy solo la referencia de una de las veinte bahías que embellecen esta gran metrópolis, que encabeza la lista de ciudades con mejor calidad de vida del planeta.

Al pie de la majestuosa estructura arquitectónica denominada Opera House de la capital australiana, bajo un limpio cielo de verano y tocando con mis manos las pequeñas baldosas blancas de las paredes, de este ícono mundial, no termino de admirar la transformación que se ha dado en estos 227 años.

Aquellos aborígenes que vieron llegar a esos extraños y luego fueron extinguidos por el brote de la viruela y los enfrentamientos con los invasores ingleses, nunca pensaron que la Bahía de Sidney, albergaría una urbe cosmopolita de cuatro millones de habitantes provenientes de todo el planeta.

Me llamó la atención que Sydney es costosa y se vive sin afán, y cada quien hace lo que quiere, sin infringir la ley. También me dijeron que los australianos son muy nacionalistas y los adinerados son de cero apariencia.

El turista queda alucinado al poner pie en Sidney. Desde el avión es un conjunto urbano al pie del océano, rodeado de vegetación.

Caminar por sus calles y barrios es reencontrar a Londres y su nomenclatura: King Cross St., St. James, Panddington, Oxford, St. George, Hyde Park, William, etc.

Pasear por The Rocks, es una aventura a lo largo de una de las zonas del Viejo Sidney, entre edificios históricos y mega construcciones elevadas, con diseños innovadores y reto de la ingeniería.

En esa área se disfruta del ambiente bohemio en “Fortune of War”, un bar en George Street, donde se toma cerveza desde 1828. Se puede comer en restaurantes de cocina internacional, antesala de un tour que puede terminar a bordo de un taxi acuático o un ferry, descubriendo la otra ciudad que se observa desde el agua. Sidney está dispersa bellamente sobre una geografía de bahías y ensenadas con amplios malecones y espacios para el ciudadano. Se comunica a través de transporte público con puertos, clubes,  marinas, terrazas y casas, y torres de apartamentos de valores astronómicos.

“Los chinos están viniendo a Australia, con mucho dinero y pagan lo que sea”, manifestó Carlos Castro, un colombiano, casado con una japonesa que vino a estudiar inglés y al no encontrar trabajo en Colombia, a su regreso, decidió devolverse y radicarse en Sidney, donde fundó “Per kilo”, un restaurante de cocina suramericana.

Este es un país para criar niños, opina Patricia Gonzalez, bogotana casada con australiano. “Aqui los niños son libres”, interviene y dice por su parte la caleña Paola Trujillo Bell, esposa de un neozelandés, residente en Double Bay. Se refieren a la libertad y seguridad con la que los niños salen a jugar a los parques.

El transporte publico es tan eficiente que ejecutivos y camareros usan el tren, el metro y los buses. “Compramos nuestro auto hace tres años y solo le hemos hecho 25.000 kilómetros”, expresó Joaco Herrera, dueño de “Café con leche”, otro restaurante colombiano donde acuden los paisanos a degustar caldo de Costilla, ajíaco y empanadas.

Los venezolanos encuentran en el restaurante “La Latina” su pabellón, arepa rellena y la colita.

En Sidney se gana bien. El salario mínimo oscila entre 18 y 30 dólares hora, “pero también se gasta, porque el nivel de vida es costoso”.

Durante el recorrido por el centro de Sydney se observa una enorme marejada de jóvenes profesionales y empresarios. “Australia ha cambiado mucho en los últimos veinte años”, me dijo Martin Walsh, profesor de regata en Watson Bay y miembro de una familia tradicional australiana de campeones de concursos internacionales vela. “La cultura inglesa ha cedido espacio a muchas culturas de grupos de inmigrantes de todo el mundo”, dijo. Walsh no se siente molesto con los que llegan, “porque sin ellos la vida sería aburrida”.

El litro de gasolina vale 1.17 dólares australianos, con un cambio de 1.20 por dólar americano.

Mañana salgo a Melbourne, y ya me anuncian que encontraré una ciudad muy europea.

Dan ganas de vivir en Australia.

enriquecordobaR@gmail.com

Enrique Cordoba, emprendió su V Vuelta al mundo en 50 días por Asia y Oceanía.

www.elmarcopolodelorica.com

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