Bolivia, un país para muchos viajes

Nuestra América
Bolivia, un país para muchos viajes
By ENRIQUE CORDOBA
Especial/El Nuevo Herald
Hay dos cosas que asombran al visitante que llega a este país, cuna de la cultura andina: la exagerada tonalidad del azul del cielo y la diversidad de los paisajes.
Un vistazo al territorio de Bolivia confirma su enorme riqueza.
La superficie de los departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando, Tarija y parte de Cochabamba, son llanuras de clima tropical. Un espacio igual a España, Alemania y Austria juntos, la zona de selva amazónica es mayor que Suiza y los Países Bajos. El territorio restante está ocupado por sierras y montañas. Tiene clima característico de altiplano, unos 12 grados centígrados de promedio. A esta categoría pertenecen los departamentos de La Paz, Oruro, Potosí y parte de Cochabamba.
El Chaco pertenece a la cuarta región y se extiende sobre tierras de Santa Cruz, Sucre y Tarija.
Estos sectores son maravillosos destinos turísticos donde se conservan reliquias coloniales como las Misiones Jesuíticas de la Chiquitania y excursiones navegables por el río Amazonas y el Lago Titicaca.
En el Titicaca, el lago más grande de Sudamérica, floreció la cultura Tiwanaku, la más antigua de América. El lago y sus alrededores son atractivos para antropólogos y centro de interés para el turismo mundial. En su interior hay islas donde viven indígenas y reciben al turista con programas de folclor auténtico.
Aun cuando este fue mi tercer viaje a La Paz, donde opera la sede del gobierno, volví a seguir los mismos consejos de antes. Guardar reposo en el hotel, toda la tarde y la noche, y tomar té de coca para evitar el »soroche» que es un dolor de cabeza por la falta de oxígeno.
El aeropuerto que sirve a La Paz, está ubicado a 15 kilómetros en El Alto –4,000 metros sobre el nivel del mar–, una población con cerca de un millón de indígenas que hablan el quechua y aymara.
Muchos de ellos subsisten del comercio de artesanías y mantas de lana de vicuña que venden en improvisados mercados callejeros.
El guardián de la ciudad es el imponente nevado Illimani, cuya altura alcanza 6,403 metros.
»La Paz es la ciudad más sui generis de América Latina», dice el ex ministro Carlos Sánchez Bersaín y tiene razón. Es cosmopolita y un lugar a 3,700 metros de altitud, donde coinciden las tradiciones. Está enclavada en un valle rodeada de montañas. »Está en un hoyo», sostiene el abogado boliviano Sánchez Bersaín. »Vives en la hoyada», se le dice a un amigo de la capital.
Como la mayoría de las capitales latinoamericanas, La Paz crece con la nueva arquitectura moderna pero conservando su legado colonial visible en iglesias, plazas –como la Plaza Murillo– y edificaciones oficiales.
En una avenida como la Mariscal Santa Cruz es normal ver un grupo de cholos con sus atuendos típicos en una esquina, o jóvenes ejecutivos de traje y corbata educados en Estados Unidos.
En la Calle de las Brujas, al sur de la iglesia de San Francisco, los turistas curiosos descubren tiendas con numerosos objetos de uso en los rituales religiosos aymaras. Los creyentes acuden a comprar pócimas, ratones y sapos disecados para »que les vaya bien en el matrimonio» o para atraer la buena suerte en los negocios.
El cholo paceño es el mestizo de tez oscura, que conforma el gremio capitalino adinerado dedicado al comercio. Manejan el mercado de Uyustus, donde se ofrecen mercancías importadas de Japón, China y Estados Unidos.
Durante la fiesta de Jesús del Gran Poder, la chola paceña desfila por la ciudad y baila mostrando hermosos y costosos trajes cuyo valor puede ser de hasta $3,000.
A 10 kilómetros del centro de La Paz, en la zona de Mallasa, encontramos el Valle de la Luna, llamado así por el panorama lunar que ha dejado la erosión causada en una montaña por el viento, la falta de agua y el paso de los siglos.
El guía lo decribe como un «desierto de estalagmitas de arcilla en vez de roca, donde se puede escuchar el sonido del silencio».
De la capital al Lago Titicaca hay 150 kilómetros, hasta Copabacana, un poblado costero donde se venera la imagen de la Virgen de Copacabana, tallada por Tito Yupanqui. Un viaje a Bolivia nos confirma su inmensa riqueza de paísaje y recursos naturales.•

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