Buenos Aires entre caminatas, librerías y La Boca
ENRIQUE CÓRDOBA.- ESPECIAL/EL NUEVO HERALD.- Cualquier pretexto es bueno para ir de turismo a Buenos Aires: acudir a un teatro, elegir uno de los tres mil restaurantes para comer, ir a un bar de tangos, recorrer el Mercado del Abasto, donde se crió Carlos Gardel o vivir la experiencia única de concurrir a un partido de fútbol del Club Boca Juniors vs. River, en el corazón del barrio al que llegaron los inmigrantes italianos. Esta ciudad, especie de fusión arquitectónica entre Madrid y Barcelona, tiene avenidas anchísimas como la 9 de Julio, quioscos de periódicos y revistas en cada esquina y recuerdos de la Argentina opulenta, como el Club Naval cuyos salones son correspondientes a los del Palacio de Versalles de Paris. El viernes compartimos cena, vinos, caminata por el Hipódromo del barrio Palermo, donde ahora reside Hernán Gamboa, el gran maestro del cuatro venezolano. La capital argentina es ciudad de librerias grandes, de oferta y de libros viejos. “La avenida Corrientes entre Callao y 9 de Julio tiene la mayor concentración: son diez cuadras y hay cuatro librerías por cada cuadra”, me indicó mi amigo, el escritor Alejandro Tarruelas. El domingo en La Boca disfruté de un auténtico carnaval cultural. Pinturas exhibidas en la vía y otras en los inquilinatos. Estas son reliquias de las etapas vivídas por la gran inmigración italiana que se inició en 1880. “Cada pieza albergó a una familia que llegó a América huyéndo del hambre y la miseria”, me dijo el taxista con voz ronca, sin soltar el cigarrillo. “Mis abuelos calabreses trajeron todo lo que cabía en sus baúles de cuero y herrajes. Trajes, ollas, libros, herramientas y palas con las que cultivaron trigo y maíz”. Los conventillos han ido desapareciendo bajo el progreso pero quedán las casas de chapas pintadas originalmente con la pintura que dejaban los barcos en el Riachuelo, evoca Tarruelas. En la calle una pareja elegante baila tangos que interpretan unos músicos y los turistas aplauden. En la pared un aviso: “En este lugar en 1928 funcionaba la despensa de Juan de Dios Filiberto”. Caminito es un callejón que adquirió valor histórico porque inspiró la música del famoso tango Caminito compuesta por Juan de Dios Filiberto, en 1926. La inmigración amplió el vocabulario con palabras como “manyar” por mangiare, “yirar” por girare, dar vueltas, “fiaca”, por fiacca, desgano, “laburar” por lavorare, “ragú”, hambre. Algún día de 1950 el pintor boquense Benito Quinquela Martín y sus vecinos decidieron recuperar la calle y darle un toque alegre. La húngara Maria Radó y Pedro Konstandt, nacido en Alemania, son una pareja de escritores que se conocieron en Argentina y allí se casaron hace medio siglo. En su casa del barrio La Lucila brindamos con un Malbec, por el reencuentro y por el golpe de fé del inmigrante en este gran país.• Read more here: http://www.elnuevoherald.com/2013/01/12/1381184/buenos-aires-entre-caminatas-librerias.html#storylink=cpy
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