Colombia después de Tirofijo
Colombia después de Tirofijo
ENRIQUE CORDOBA
Yo nací a fines del año que asesinaron a Jorge Eliécer Gaitán, el gran caudillo liberal que con su verbo encendido y calado social arrastró multitudes y tenía asegurada la presidencia de Colombia.
Gaitán fue un abogado penalista especializado en Roma que se identificó con las angustias del pueblo y fustigó la desconsideración de la oligarquía.
A la una de la tarde del viernes 9 de abril de 1948, al salir de su oficina, cayó mortalmente herido de tres disparos.
El victimario también murió, linchado por la turba enardecida, así que nunca se supo quiénes fueron los autores intelectuales del crimen. Las hipótesis apuntan a intereses de la élite y el poder. A Gaitán le decían el Negro y era hijo de una maestra de escuela.
La tarde que murió debía recibir en su oficina al joven habanero Fidel Castro, que asistía a un congreso de las juventudes comunistas. En Bogotá además se celebraba la IX Conferencia Panamericana, que dio nacimiento a la Organización de Estados Americanos, OEA.
Los sectores populares reaccionaron a la muerte de su líder saqueando almacenes, incendiando tranvías, iglesias y edificios y destruyendo las ciudades. La gente lloró la muerte del líder que les interpretó su dolor. Los manifestantes se concentraron frente al palacio de gobierno y le exigían la renuncia al gobierno conservador de Mariano Ospina Pérez.
El país vivió una gran asonada y se hicieron llamamientos partidistas por la radio. Algunos policías y militares se unieron a la revuelta y le proporcionaron armas a la gente. Hubo muchos muertos y el bogotazo marcó el comienzo de una etapa de violencia que aún no termina.
En la provincia colombiana las gentes seguían las ideas conservadoras y se informaban del curso de la política a través del diario El Siglo, que llegaba de Bogotá.
Mi profesor, Simón López, de la corriente liberal, estaba al día de cuanto ocurría en Colombia y el mundo por las páginas de El Espectador y El Tiempo. Los discursos de los jefes y los editoriales de los diarios eran la fuente doctrinaria y daban pautas de convivencia.
Los historiadores coinciden en decir que se desencadenó en el país una ola de represión y violencia política. Muchos campesinos liberales y de izquierda crearon milicias armadas o grupos de autodefensa para protegerse de las acciones de terratenientes conservadores, algunos elementos del ejército y simples bandidos.
El liberalismo se retiró del gobierno y, al no participar en las elecciones para Congreso ni presidencia en 1950 reclamando falta de garantías del régimen conservador, ganó el candidato de esa colectividad, Laureano Gómez. El Partido Liberal llamó a la resistencia civil y la población rural acogió el llamado, atendiendo las instrucciones del directorio político.
Es en ese momento cuando entra en escena el leñador de padres liberales Pedro Antonio Marín, que más tarde será buscado con dos alias: Manuel Marulanda y Tirofijo. El y su familia como muchos otros se sintieron perseguidos, se armaron y huyeron por las zonas montañosas. La guerra entre liberales y conservadores se extendió, llegó a extremos macabros y se cometieron atrocidades.
Tengo recuerdos de mi pueblo en la costa como en otros de Colombia: los liberales vivían en unos barrios y los conservadores se concentraban en otros, y se diferenciaban por el color rojo o azul de sus puertas. En algunos casos se retiraron el saludo y se impidieron casamientos por razones de partidos.
El 13 de junio de 1953 el general Gustavo Rojas Pinilla dio un golpe de estado (Darío Echandía, dirigente liberal, lo calificó de »golpe de opinión» porque tuvo el beneplácito de sectores conservadores) y decretó una amnistía para los guerrilleros que entregaran las armas y se sometieran a la ley. Varios grupos se acogieron, mas no así los del Partido Comunista colombiano, que desconfiaron de la amnistía y siguieron en rebeldía.
En 1958 liberales y conservadores crearon el Frente Nacional para alternarse el poder cada cuatro años y continúan la ofensiva contraguerrillera. Tirofijo siguió en insurrección y entró a formar parte de los grupos rebeldes que crearon las denominadas repúblicas independientes dentro del territorio colombiano, una de ellas la República de Marquetalia.
En 1964 alias Manuel Marulanda y sus seguidores fundan en el Sumapaz las llamadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, inspiradas en la revolución cubana, con la participación de dirigentes universitarios y el apoyo del comunismo internacional. Como comandante de las FARC, Tirofijo vivió diversas etapas, siendo la actual la de mayor debilidad y desarticulación.
Marulanda fue el guerrillero más antiguo del mundo hasta su muerte a los 76 años, en marzo del 2008. Su muerte produjo un alivio en un país azotado en los últimos sesenta años por periodos de mayor o menor agitación y violencia. Las FARC perdieron el respaldo que alguna vez tuvieron de sectores populares desde que empezaron a desviarse y cometer asesinatos, asaltos a la población civil, y por su vinculación con el narcotráfico, el secuestro y su negativa a negociar acuerdos de paz. Al fracasar los intentos del gobierno de Pastrana, los colombianos, agobiados por tantos años de violencia, entregaron sus restos al presidente Uribe para que alcance la paz.
Ojalá Uribe entienda que la paz no se logra acabando con las FARC solamente. También debe atacar la pobreza, la corrupción y los privilegios que supuestamente combatió Tirofijo.
ecordoba@caracolusa.comPeriodista de Radio Caracol.