Ecoturismo y aventura por ríos y selvas

ESPECIAL/EL NUEVO HERALD

El turismo de aventura está de moda y la biodiversidad de América Latina cosecha resultados.

Los gobiernos de los países de la región y la empresa privada comenzaron a darle credibilidad al gran interés que existe en el mundo por sus ríos, bosques, lagunas, nevados, montañas, valles y mares.

Los turistas quieren observar su gigantesca fauna y flora, y ver de cerca las costumbres de los pueblos indígenas.

Hoy es común encontrar europeos, norteamericanos, chinos, japoneses y australianos disfrutando de programas enmarcados en el denominado ecoturismo, que no es más que el encuentro con la naturaleza viva que es el patrimonio principal de estos

países.

Aquellos exploradores europeos, cuyas experiencias por el Nuevo Continente conoció Europa a través de sus memorias, hoy son inspiración para inumerables viajeros deseosos de recorrer los caminos que ahora se pueden realizar a caballo, en camionetas con aire acondicionado o en barcos a todo confort.

El turismo de mochileros que en una época se consideró que estaba limitado a los jóvenes, hoy cuenta con seguidores de todas las edades.

Es tan creciente el volumen de estos viajeros informales que empresarios como Pedro Ojeda, dice que «es un rubro importante y por ello le aposté a la construcción de hoteles para este segmento, en la ciudad de Cartagena [Colombia]».

Se puede notar que en general todos los países de América Latina se han interesado por ofrecer programas para disfrutar la naturaleza y observatorios de aves, mariposas, reptiles, especies diversas y variedades de la flora.

Igualmente existen viajes para tener experiencias con culturas indígenas en caseríos en plena selva.

Bolivia, por ejemplo, cuenta con opciones para practicar andinismo, parapente, trekking, ski, kayak y otros deportes de riesgo. En poco tiempo y gracias a su geografia privilegiada se puede ir del valle y zonas tropicales como el Beni o Santa Cruz de la Sierra, con paisaje de

altiplano.

El Amazonas es uno de los lugares que miles de turistas sueñan visitar en algún momento.

Las agencias de turismo de los países que comparten el inmenso territorio amazónico, han incrementado planes que van desde hoteles flotantes con habitaciones de cinco estrellas, que se desplazan por el río más caudaloso del mundo, hasta cabañas a la sombra de la espesa selva tropical.

«Se requiere de meses y hasta años para visitar la enorme Amazonía peruana», sostiene el historiador limeño Teodoro Hampke. «Por esa razón gobierno y empresa privada han diseñado una infraestructura turística que permite al visitante la llegada a sitios casi vírgenes». En Perú tambien existe la posibilidad de compartir experiencias inolvidables con grupos nativos.

Brasil con la mayor porción del llamado «pulmón del planeta» posee miles de kilómetros de ríos, selvas y comunidades indígenas, con atractivos turísticos.

Desde Manaos, hasta la desembocadura del Amazonas en Marajó, el viajero encuentra un variado programa de turismo de aventura, que incluye la gastronomía típica de la zona. En Lago Agrio, Ecuador, en la mitad del mundo, se organizan expediciones con guías por agua o a caballo, por todo el sector de Sucumbíos.

Leticia, es una ciudad colombiana a orillas del Amazonas. Está rodeada de caminos que llevan a la selva, como el que conduce a Tanimboca, donde hay árboles de 35 metros de altura.

 

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