El tren y el presidio del fin del mundo
ENRIQUE CÓRDOBA ESPECIAL/EL NUEVO HERALD Al pie de Usuhaia, la ciudad más austral del continente americano, flanqueada por las últimas montañas andinas, el cielo azul y las aguas del Canal de Beagle, se encuentra la estación del Tren del Fin del Mundo con su vieja locomotora y los vagones cargados de leyendas. El ambiente es de naturaleza pura. Pistas de esquí, el parque natural y la cordillera al fondo. Es uno de los referentes geográficos más cautivadores de la Argentina donde los visitantes se tropiezan con decenas de curiosos por conocer las cercanías al Polo Sur y la Antártida. Una joven invita al turista a una fotografía al frente del edificio del Ferrocarril Austral Fueguino. Por el estilo y el uso de la madera parece una construcción de los Alpes suizos, austríacos o alemanes. Al lado las banderas de varios países resistiendo el golpe de la brisa fría, grupos de excursionistas de todo el mundo siguen llegando para embarcarse y hacer el recorrido de una hora en la locomotora y los vagones que reconstruyen la ruta centenaria. El tren avanza mientras una voz en español, inglés y portugués explica su historia escalofriante. Trescientos ochenta calabozos con muros de piedra de 60 centímetros. “Los presos que estaban en el presidio, fueron los mismos que lo construyeron”. La idea surgió en tiempos del presidente Julio Argentino Roca, quien inspirado en Inglaterra y Australia, construyó la colonia penal de Usuhaia entre 1884 y 1889. En un comiezo tuvo propósitos militares con una población que sumó 13,000 personas, de ellos solo 2,000 civiles. El tren y la cárcel nacieron el uno para el otro. El ingeniero napolitano Castello Muratgia, segundo director del penal, puso a funcinar el trencito sobre 17 kilómetros de vías para traer leña del bosque. La difíciles condiciones del clima y la lejanía geográfica fueron motivos de seguridad para enviar hasta ese penal a criminales de alta peligrosidad. Más tarde fue prisión de presos políticos y celebridades como escritores y hasta el propio Carlos Gardel. Ahora funcionan dos museos: el marítimo y el del presidio con sus celdas, camas, imágenes en cera de los presos con sus uniformes de color azul y amarillo. Son los mismos colores de la bandera sueca y del uniforme del Boca Juniors de Buenos Aires. El presidio convertido en museo tiene una cuidada documentación, archivos fotográficos y recuerdos de una banda de música integrada por los reclusos. Cayetano Santos Godino, alias Petiso Orejudo, fue el recluso más famoso. Se trataba de un psicópata autor de los primeros asesinatos en serie de Argentina. Otro prisionero célebre fue el anarquista Simón Radowitzky, condenado por matar en 1909 al jefe de la policía. Dejó de ser centro de reclusión en 1947 y pasó a ser lugar de interés turístico. La gastronomía de Usuhaia es rica en carnes, pescados, centolla, merluza negra y cordero. Es muy aprecida la cazuela de conejo. En la buena mesa no faltan los vinos nacionales y los alfajores.• Read more here: http://www.elnuevoherald.com/2014/04/19/1728502/el-tren-y-el-presidio-del-fin.html#storylink=cpy