EN INDIA UN HOMBRE SE CASÓ POR AMOR
Enrique Cordoba
Mumbai.— Llegamos a esta megalópolis, capital de Maharashtra, la ciudad más grande de India, -y una de las más pobladas del mundo- a las seis de la mañana del primer lunes al final del verano, en un vuelo interminable de la aerolínea escandinava Finner.
El avión salió de Londres al mediodía del domingo, con escala de varias horas en Helsinki.
En Finlandia el costo de vida es alto: la coca cola, los jugos, el desayuno, el taxi, todo cuesta más que en España o Italia. De mi último viaje a este país, en el invierno de 1.979, con cuarenta grados centígrados bajo cero recuerdo algo que habla bien del orgullo de los fineses. Un martillo, una maleta, un teléfono, cualquier producto nacional cuesta mas que uno hecho en el extranjero.
–¿Porqué?
–Porque lo nuestro es de mejor calidad, -me respondieron.
Pude verificar que un aparato japonés, americano o alemán, tenía más bajo precio que uno nacional.
–Eso si es hacer patria y creer en lo de uno, expresó Tamora.
A las nueve salimos de Finlandia y toda la noche sobrevolamos Europa en diagonal desde San Petersburgo hasta la costa del Mar de Arabia.
Cuando se viaja por primera vez a la India, uno se convierte en un niño que con abrir los brazos, quiere abarcarlo todo en un solo intento.
Aterrizamos a las seis de la mañana hora local, nueve horas y media más adelante que Miami.
El taxi se desplazaba hacia la ciudad abriéndose paso por entre automóviles, camionetas, buses, bicicletas, motos y ríos de gente caminando.
En este primer encuentro con el país yo experimenté lo mismo que vivió V.S. Naipaul, en «India» cuando fue a reencontrarse con la tierra que sus padres dejaron para trabajar en Trinidad a fines del siglo XIX: «En el taxi me acompañaban el humo, el calor y el estruendo. El sol abrasaba; había poco aire; la carbonilla de los escapes de los autobuses empezó a pegárseme a la piel. Debía ser peor para quienes iban por la calzada y las aceras; pero muchos parecían recién bañados, con marcas de puja recién hechas en la frente; también parecía que muchos de ellos llevaban mejores ropas: como si las gentes de Bombay estuvieran celebrando algo importante».
Una de mis primeras curiosidades fue ver la cantidad de rickshaws, en las calles. Son moto-taxis de tres ruedas con cabina, un sistema de transporte rápido y de bajo costo, y se meten por espacios muy reducidos.
Tamora y yo ibamos como pajaritos en grama, mirando para los costados. Debíamos estar muy alertas para dar con la clave que nos conduciría a encontrar el secreto de la felicidad.
Ingrid Campos, oriunda de Venezuela, casada con un banquero inglés, y Elisa Aranguiz de Sadarangani, de Chile, esposa de un indio, radicadas en Mumbai, nos dieron la bienvenida y respondían nuestras inquietudes. El chofer era un sij con su cabeza enrollada con un turbante rojo.
–Los sij pertenecen a una secta religiosa que incluye 17 millones de fieles, aproximadamente el 2.1% de la poblacion India. La mayoría de los sij viven en Punjab, -explicó Elisa. Lucharon contra los principes indios y contra los colonizadores británicos. Han protagonizado acontecimientos de primera magnitud en los últimos tiempos: guardias extremistas sij -por ejemplo-, asesinaron a la primera ministra Indira Ghandi.
A la media hora del trayecto pregunté si realmente había alguna fiesta ese día, por la inmensa muchedumbre en las aceras, los comercios y las calles.
—Mumbai siempre es así, —respondió Eliza. Todos los días viene más gente de los campos a buscar trabajo. La inmigracion a Mumbai es un gran problema que no se ha podido resolver y cada dia genera mas pobreza. La gente no tiene dinero y duerme donde sea, arrumada con sus harapos y su raquitismo, bajo un puente, en un andén, o fabrican una casa con cartones y piedra en cualquier lugar. Para poder tener una idea de su marginalidad, se trata de gente que nunca en su vida han tenido el equivalente de cien dólares en su poder, porque lo máximo que han ganado son dos dólares al día. Echados a la intemperie viven por el resto de sus vidas o en algunos casos regresan a sus pueblos.
El clima se portó bien a pesar de que me habían creado pánico anunciándome que me moriría de calor. Luego supe que efectivamente cada año mueren centenares de personas por el calor insoportable. La mejor época para visitar India es después de octubre.
El taxista seguía su recorrido mientras yo tomaba el pulso a la urbe. Avenidas de kilómetros y kilómetros atravesando multitudes como si fuera una gigantesca fiesta patronal, o un gigantesco bazar con edificios, tiendas, vendedores ambulantes, mendig
os, ruidos, música por los altoparlantes, letreros multicolores, suciedad, olores y una romería de gente que no se detiene, bajo un sol quemante y una temperatura de cuarenta grados centígrados que les tiene sin cuidado.
—¿Es Bombay o Mumbai?—
—Hoy es Mumbai. El nombre Bombay viene del portugués Bom Bahia –Buena Bahía—.
Los fundadores de la ciudad en el siglo XVI, fueron portugueses, pero las siete islas luego pasaron al dominio de los ingleses.
El choque más fuerte que se tiene al llegar al segundo país más poblado después de China, -en India viven 1.200 millones de habitantes, cuatrocientos menos que en China-, es la impresionante cantidad de gente que va y viene por las calles.
India es veintisiete veces más poblado que Colombia, España o Argentina, o cuarenta y cuatro veces Venezuela. Con la diferencia que en India no están sectorizados, como en nuestros países, es decir, los acomodados al norte y los marginados en sus fabelas. En India tras una puerta o una pared pueden habitar unos miserables dormidos sobre un basurero, o familias como los Tata, multimillonarios cuyas mansiones y lujos siguen el refinamiento que acostumbraba el emperador Shah Jehan.
Una hora tardamos en llegar del aeropuerto a West Bandra, donde nos alojamos. Bandra viene de la palabra marathi Bandar, que significa puerto. Los portugueses tomaron posesion de la isla de Bombay en 1.543 y se la cedieron a los sacerdotes jesuitas. Es uno de las areas mas caras de la ciudad y tiene la ventaja de estar cerca de los mejores sectores residenciales y comerciales. Subimos al penthouse donde estaba nuestro apartamento y me llamo la atención la extraordinaria arborización que veía desde esa altura. Torres de edificios inconclusos, largas avenidas y dos equipos en un campo de críquet. Este es deporte mas popular de India y por el numero de espectadores es el segundo mas visto del mundo, después del fútbol. El críquet lo juegan todos los países miembros de la Commomwelt, desde Australia hasta Bahamas. El día que chocan los seleccionados de India y Pakistán se paralizan los dos países, y la fiebre del fanatismo puede ser similar al que viven Brasil y Argentina cuando juegan sus dos oncenos.
–Cuando nos mudamos para acá nos dijeron que Bandra es la Reina de los suburbios, dijo Ingrid.
Tenemos cerca muchos restaurantes y estamos a un paso de Pali Hill, Carter Road y Coreto.
Salimos a caminar y a ver tiendas, almacenes y toda clase de mercancías. Ropa, carteras, zapatos, trajes, en fin, artículos para todos los gustos y los bolsillos, en almacenes con modernas decoraciones o en kioscos al aire libre.
La muchedumbre no se acaba. El turista que llega de Miami, donde no se ve gente en la calle a no ser que vaya a los centros comerciales, se asombra de ver gente y más gente por cualquier lugar. Trabajan tres personas y seis ven, o acompañan a quienes arreglan una calle, levantan una obra o discuten en una esquina. Siempre hay aglomeraciones porque hay millones de personas que no tienen nada que hacer. En las aceras se observan mercaderes, rebuscadores de vida, hombres y mujeres sentados, otros durmiendo, jugando cartas, ajedrez o simplemente dejando que el tiempo circular de India siga su camino.
Anduvimos por Linking Road a las dos de la mañana y la ciudad no dormía, parecía mediodía en la Calle Ocho de Miami, con decenas de personas acostadas en los corredores o en un espacio con algo de oscuridad.
Al día siguiente me dí cuenta que Mumbai, con mas de veinte millones de habitantes, es un caos gigantesco, de calles congestionadas, comercio febril y tráfico enloquecido donde todos los conductores pitan; porque tocar el claxon es una cortesía. Al comienzo creí que el chofer del vehículo que me transportaba era un tarado, pero luego me informé que hacer sonar el claxon es parte de la vida de India.
Desde que el forastero pisa esta tierra, comienza el aprendizaje de cosas novedosas. Vi las vacas pasearse por la mitad de las vías, como reinas, sin que nadie se moleste en apartarlas.
A pesar de su ritmo vertiginoso Mumbai incita a recorrerla y admirar su arquitectura y ornamentación de estilo gótico inglés en obras imponentes de la época colonial como la Puerta de India o el terminal de trenes Victoria. Los rascacielos brotan de las esquinas, y los andamios de guaduas para construirlos se elevan hasta alturas increíbles.
Mi primer almuerzo en India lo experimenté en casa de Lal Sudarangani, un hombre estigmatizado en su grupo y por su familia por haberse casado por amor.
–«Viví en Chile y allí me enamoré de Elisa, con quien me casé y esto no es usual aquí», me dice en su casa donde lo visité.
Por tradición es función de la madre buscarle pareja a los hijos. En muchos casos juega un papel fundamental mantener las castas, y los intereses económicos. Los novios se casan y en el camino llega el amor. Cuando Elisa llegó a Mumbai, la familia del novio vió su matrimonio como un quebrantamiento de la costumbre y le dieron mal augurio. «Tendrán un mal futuro», le dijeron. «Se casó por amor». Llevan 16 años de casados y siguen felices.
Las hembras no son bienvenidas al hogar, me cuenta Ingrid Campos, una venezolana casada con un banquero holandés, quien debe pagar nueve mil dólares de arrendamiento mensual, debido a que la vivienda es costosa. «Una hembra será una carga familiar para mantener y generar gastos a la hora de casarse», dice. Se ha prohibido decir el sexo de la criatura antes de nacer, para protegerles la vida a las mujeres. Si el marido sabe que viene una hembra, es muy posible que la haga abortar empujándola, me cuentan. India es hoy el país donde la población masculina es del sesenta y cinco por ciento, superando ampliamente al número de mujeres.
—¿Qué papel juega la mujer en la política?
—Aun cuando Indira Gandhi fue una gran líder, –dice Elisa– aquí no siguen a las mujeres.
Después de lo que he visto en otras culturas, nacer mujer en la India, como en los países árabes, no es buena suerte para una mujer.
Los Sudarangani nos sirven de almuerzo una sopa de lentejas, pescado, pollo, arroz y porciones de verduras, y granos con sabores fuertes y olores de especies aromatizadas. La comida la preparamos con poco picante, –asegura Elisa.
India es un complejo de culturas que están ahí para desentrañarlas. Es un país fascinante y enigmático, que se mueve gracias a una energía humana interior y un poder espiritual que alimenta a occidente.