ENRIQUE CORDOBA: El taxista de Mazarrón

ENRIQUE CORDOBA: El taxista de Mazarrón
By ENRIQUE CORDOBA
El hambre, la falta de oportunidades y el desasosiego del hombre y la mujer de los pueblos de América Latina también golpea a la gente de Africa y repercute en esta parte de España adonde llegué para asistir a la entrega de premios del XXV concurso de cuentos Villa de Mazarrón.
El taxista me recogió en el aeropuerto de Alicante, agarró la autovía mediterránea rumbo al puerto murciano –donde escontraron hace poco el barco fenicio más antiguo del mundo– y empezó a contarme el problema que su gremio enfrenta con los inmigrantes.
Antes habíamos hablado de su viaje a Esauira, un pueblo de Marruecos donde él fue a visitar a su cuñado, quien cultiva guindas para exportarlas a la Unión Europea. Allí el taxista se informó de que un obrero gana solamente el equivalente a cinco, siete euros por nueve horas de trabajo al día.
–Los piratas –dijo– recogen siete pasajeros, les cobran un dólar por llevarlos al puerto y se ganan en ocho kilómetros lo que un compañero suyo consigue en un día.
–¿De dónde son los taxistas piratas?
–Aquí en Mazarrón, en Murcia, tenemos piratas de Ecuador, Marruecos y también ingleses, que es mucho decir, porque ellos tienen un nivel más alto, pero hacen mucho el pirateo. Vienen aquí, hacen un servicio de taxi para el aeropuerto y con tres servicios ganan más que nosotros, que pagamos impuestos, pagamos de todo, y ellos como no pagan nada están aquí viviendo de canes. El marroquí –dice– en el momento en que entra tiene seguridad social, lo tiene todo cubierto, no tienen problemas. Las pateras de marroquíes no paran de llegar, y tenemos crisis, el trabajo está escaso –manifestó–. Es más, se meten cuatro tipos en un piso y no gastan nada, así que viven mejor que en su país, aun sin trabajar.
Seguimos por una extraordinaria autopista con avisos en la carretera N 340: Cartagena, Lorca, Murcia, Mazarrón… Tierra desértica a los lados, con cítricos, olivares y cultivos de tomates de cuya calidad se sienten orgullosos los murcianos. Ciento veinte kilómetros recorridos entre charla y paisaje pasaron rápidamente y con sol de verano y gran movimiento turístico llegamos al destino.
Luis se despidió y me quedé pensado que no pueden estar contentos él ni sus colegas taxistas por la situación que los está afectando. Como no lo están los demás españoles, ni los estadounidenses, que con sus impuestos cubren los gastos de los indocumentados que llegan a sus países.
ambien es una realidad que los marroquíes, al igual que los latinoamericanos, tampoco desean vivir el desprecio diario lejos del calor y el afecto de los suyos. El ideal es que nadie tenga que salir de sus fronteras, y que los gobiernos brinden soluciones a los problemas. Sin embargo, en las dos realidades, no se vislumbran mejores tiempos. Quienes tienen los pies en la tierra lo saben. En conclusion: es triste y preocupante, pues no disminuirán las filas de los desterrados.
En la próxima columna les contaré de la maravillosa conferencia Una historia, una historia, una historia, que Zoé Valdes, la novelista cubana residente en Paris, dictó aquí en Mazarrón, sobre su relación con el cuento. Y cómo sus tres mujeres, su abuela, su madre y su tía, influyeron en su vida literaria.

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