ENRIQUE CORDOBA: Ver vivir, viviendo
BY ENRIQUE CORDOBA
Orhan Pamuk nos confesó que algunos amigos de juventud, que enfrentaron problemas por sus posiciones políticas, lo critican ahora porque no era tan valiente. Pero el que se ganó el premio Nobel de literatura en el 2006 simplemente trata de vivir su realidad y cree que muchos de esos ataques son por endivia.
El escritor turco, que es tan tímido como una monja, también reveló que le avergüenza ir escoltado por los guardaespaldas cuando va a los vecindarios de su familia y de sus amigos, en Estambul, su ciudad natal, donde vive y de donde asegura que no piensa irse.
Desde que saltó como celebridad, el gobierno le ha dispuesto un servicio de protección personal, pero él, según nos dijo, les pide a los guardias –que ya son sus amigos– que marchen «discretos, un poco atrás», para sentirse cómodo.
El autor de El museo de la inocencia (Mondadori) es uno de los tantos narradores que concurren a la Feria del Libro de Guadalajara, México, considerada la feria más grande del mundo hispano. Hay que venir a esta ciudadela de las letras para verificar la dimensión y trascendencia que ha ido adquiriendo en los últimos años: 500 escritores, 160 editores, 125 agentes literarios, más académicos, expositores, libreros y distribuidores de 40 países.
Es una excelente experiencia para los seguidores de los libros: los simposios relacionados con la lectura, poesía, periodismo, traducción, derechos de autor y educación. En el evento los autores pasan a ser como vedettes o estrellas de Holywood, aclamados por el público.
Beatriz de Moura, emocionada por los 40 años de su editorial, me recordó en un coctel que ella tenía un proyecto y su marido tenía $1,615 disponibles y con eso empezó en la sala de la casa en Barcelona. Hoy muestra orgullosa un catálogo donde publican Woody Alen, Milan Kundera, Haruki Murakami, Margarita Duras, Umberto Eco, Cristina Rivera Garza, et ad.
No duda en decir que «lo que más me gusta de mi trabajo es descubrir escritores, editarles, leerles, promocionarles y seguirles la vida literaria».
Al clausurar el XVI Coloquio Internacional de Bibliotecarios la escritora española Rosa Montero les manifestó: «Ustedes son unos dioses para mí, porque forman parte de la cadena que se forma entre escritores y lectores. En la biblioteca está la vida de primera calidad».
La instantaneidad no es buena para la noticia, me dijo Jon Lee Anderson, cronista de The New Yorker. «Es como la comida rápida, que engorda. El periodismo rápido te pone tonto». Cuestionó la calidad de la información: «Hay que establecer fronteras con lo que parece trivial. El mundo no se puede parar por horas, hablando de Tiger Woods. Caemos en el infotainment. Si estudiamos los minutos dedicados a Tiger Woods y la guerra de Afganistán, encontraremos que han competido».
Según el periodista norteamericano, que pasó su infancia en Colombia y ahora reside en Inglaterra, «los medios son los que han decidido que el público vea trivialidades. La excusa de los editores es que el público lo pide. El público ya no puede distinguir entre lo importante y lo trivial, entre el bien y el mal, porque casi todo es igual. Esto no es saludable, y vamos a terminar con seres humanos que son sociópatas, que no distinguirán entre lo real y lo irreal».
Mario Vargas Llosa habló de su libro Viaje a la ficción (Alfaguara) sobre Juan Carlos Onetti, el novelista montevideano, de quien comentó que tiene una de las grandes obras literarias del siglo XX y no es suficientemente reconocido.
a concurrencia de autores incluyó a poetas como el mexicano José Emilio Pacheco, reciente ganador del premio Cervantes; el venezolano Rafael Carreras, ganador del premio de Literatura de la FIL 2009, y el escritor cubano Rafael Rojas, quien obtuvo el premio de ensayo Isabel Polanco por su obra Las repúblicas del aire.
Al final de la feria me quedé con una definición que me soltó el periodista canario de El País Juan Cruz: «Hacer periodismo es ver vivir, viviendo».