Excursión por el río Amazonas
Excursión por el río Amazonas
BY ENRIQUE CORDOBA
ESPECIAL/EL NUEVO HERALD
Si algo me sorprende cuando viajo al Amazonas es salir de Bogotá, la capital del país al pie de la cordillera andina, viajar por hora y media sobre la inmensidad de la selva y aterrizar en Leticia, Colombia, con 30 grados centígrados a orillas del Amazonas, el río más caudaloso del mundo.
Se llega a una esquina geográfica que forma una triple frontera con Brasil, Colombia y Perú.
Capax, el Tarzán colombiano, que atravesó a nado el río Amazonas, es uno de los personajes que suele dar la bienvenida a los visitantes.
Lejos del bullicio y el estrés, lo primero que uno siente es la naturaleza al alcance de la mano: río, bosques y paseos para admirar la fauna y la flora en estado virgen.
Después de vivir entre la selva, las comunidades indígenas y el río Amazonas, el promotor turístico Johnny Ochoa afirma que «eso me cambió la vida».
«Recibí valiosos regalos de la selva, aprendí a valorar el conocimiento ancestral y darme cuenta que lo importante del camino es el camino y que el hombre debe respetar la
naturaleza».
Ochoa administró durante 15 años el parque de Amacayacú, en el pulmón tropical más grande del planeta, a orillas del río, compartiendo con tribus aborígenes.
Allí su mundo giró alrededor de Leticia (Colombia), Tabatinga (Brasil), Ramón Castilla (Perú), y caseríos.
Bogotá es uno de los puntos de partida hacia esa región que cada día recibe visitantes de Europa, Canadá, Estados Unidos y México.
Se puede viajar a través de dos aerolíneas, el boleto tiene un valor de 280.000 pesos colombianos ($140 ). Se aterriza en el aeropuerto de Leticia, la capital del departamento colombiano de Amazonas, una pequeña ciudad de 60,000 habitantes donde se puede encontrar alojamiento en hoteles con tarifas desde $30, -los modestos-, hasta $150 la noche, -los más lujosos-, como el Decamerón Tikuna.
El tiempo recomendable para una excursión al Amazonas es de cinco días, cuatro noches, sugiere Ochoa, gerente de la agencia de turismo «Siempre Colombia», (www.siemprecolombia.com).
Un dia de aventura se compone de paseo por la selva saliendo en bote del puerto de Leticia, hasta llegar a la reserva peruana de «Milagros de Marachao», con paradas para canotaje, pesca y caminatas. La gastronomía es rica en variedades de pescados como el pirarucú, la gambitana y caraguazo.
«Para los amantes del pescado el Amazonas es el paraíso», dice Ochoa.
Otro día el programa ofrece experiencias por el río para conocer la Victoria Regia, que es un gigantesco loto, también llamada Victoria Amazónica. Se trata de un lirio o nenúfar de agua. Sus hojas tienen hasta un metro de diámetro, flota en el agua y puede sostener un peso de 40 kilos. El británico John Lindley la bautizó con ese nombre en honor a la reina Victoria de Inglaterra.
Una de las experiencias inolvidables consiste en pasar una noche en casa de los indígenas, durmiendo en hamaca y con toldillos, para protegerse de los insectos. «No hay problemas de seguridad», sostiene Ochoa.
En el parque Amacayacu, se ha desarrollado un modelo de ecoturismo. Viven cinco comunidades indígenas, como los tikunas y yaguas, y otras tribus en la aldea Macedonia dedicados a las artesanías.
Johnny Ochoa admira la cultura aborigen: «en la mirada de los indígenas se ve la pureza de su palabra», afirma, «aunque vista jean y camiseta tienen mucho que enseñar».
«Entiendes que hablan bajito, por el respeto a la naturaleza y porque según ellos, todos los seres vivos merecen respeto».
Los extranjeros que visitan la zona se enamoran de la paz y la tranquilidad conque se vive en la selva. «He visto a más de un extranjero llegar por tres días y quedarse tres años, sobre todo muchas mujeres», declara Ochoa.
Desde Leticia se puede viajar por vía acuática a Iquitos, en Perú o Manaos, en Brasil. •
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