Ideas para un fin de semana en Bogotá
By ENRIQUE CORDOBA
Especial/El Nuevo Herald
Si usted decide escaparse de Miami y realizar un viaje de fin de semana largo, a tres horas en avión, regresará fascinado y admirado de lo que encontrará en la ciudad de Bogotá, cuya vida nocturna es interminable en restaurantes, cafés, bares y discotecas en la zona T, el parque de la 93, Usaquén, la Candelaria, la zona G y la Macarena.
En el día la temperatura alcanza 71 grados F y en la noche baja a 54 grados F. Este es el clima promedio de todos los días del año.
La capital colombiana que hoy muestra una cara renovada, le brinda una agenda que mezcla actividades culturales, la tradicional cocina santafereña, imponentes centros comerciales, un paseo por la sabana donde se cultivan las flores que se exportan a Estados Unidos y Europa, y una visita a la Catedral de Sal.
Este es un templo monumental construido en el interior de una mina de sal en un parque de 32 hectáreas, en el municipio de Zipaquirá, 50 kilómetros al norte de Bogotá.
Chía, Cajicá, Sopó y Briceño son pueblos que van apareciendo en la carretera donde el visitante no se arrepentirá de hacer una parada. Podrá saborear platos de la cocina popular autóctona a base de fritangas de carne de res y de cerdo, papa criolla, morcilla, chunchullo, mazorcas de maíz asadas y deliosos postres. Las tiendas de artesanías están surtidas con artículos de cerámica, cuero y madera.
Diego Rivera, Frida Khalo y otros artistas mexicanos también forman parte del atractivo que encontrarán en Bogotá los viajeros que lleguen por estos días a la capital colombiana.
Una muestra con 54 obras se ofrece desde este fin de semana en el Museo Nacional y está abierta al público hasta el 15 de noviembre.
Tambien hay obras de Abraham Angel, Rufino Tamayo, Guadalupe Posada, José Chavez, Manuel Rodríguez y David Alfaro Siqueiros, entre otros.
La exposición curada por la experta mexicana Natalia de la Rosa, reúne piezas consideradas Patrimonio Nacional de México por lo que en raras ocasiones salen al exterior y menos juntas.
Bogotá tiene una población de siete millones de habitantes, y solo la mitad son nacidos en su suelo. Se les dice «cachacos», término que se usó a comienzos del siglo XX para resaltar la tradicional elegancia de los bogotanos. La otra mitad de la población proviene de todas las regiones del país, lo que la convierte en una síntesis de Colombia, donde se escucha vallenato, hay fondas antioqueñas, desayunaderos santandereanos y parrandos llaneros.
Para tomar un buen café existen los restaurantes Oma, que tienen librerías, las cafeterías Juan Valdés con sus amplias terrazas, el Pomerillo en el Centro Andino, la Estancia en la Calle 12, o Illy, frente al Parque del Virrey.
La mejor vista panorámica de la ciudad se logra desde el cerro de Monserrate al que se puede subir por teleférico o funicular. A ese lugar suelen ascender los domingos en duras caminatas gentes en plan de excursión o quienes hacen promesas a la imagen del Señor Caído.
Quienes estén interesados en conocer la residencia que habitó en varias ocasiones el Libertador, deben ir a la Casa Museo Quinta de Bolívar. En sus cuartos, salas y pasillos se conservan los muebles, uniformes, armas y artículos que pertenecieron a Simón Bolívar, quien fue propietario de esta casa durante diez años.
Para caminar se puede escoger entre la Carrera Séptima, el barrio de La Candelaria y Usaquén.
Los ex embajadores de Portugal, Brasil e Italia, al terminar sus misiones diplomáticas decidieron quedarse a vivir aquí. «Hay muchos lugares hermosos en el mundo, pero Bogotá nos agradó más», dijeron.