Viaje a dos océanos y Ab’aj Tak’alik

ESPECIAL/EL NUEVO HERALD

Si lo que un turista quiere es algo diferente, una buena opción consiste en atravesar Centroamérica por una carretera de 407 kilómetros que une a Puerto Barrios en el océano Atlántico y Puerto Quetzal en el Pacifico, en territorio de Guatemala, y visitar Ab’aj Tak’alik, un importante sitio arqueológico maya.

La travesía se puede hacer en dos jornadas si se desea, pernoctando en Guatemala, la capital del país, punto intermedio del viaje.

Esta experiencia cultural permite conocer de cerca la vida de una nación de 13 millones de habitantes, que hablan el español y otros 21 idiomas, dotada de una enorme y variada riqueza natural.

Lo primero que deslumbra al visitante es lo agradable del clima de «eterna primavera» –todo el año–, debido a que el 82 por ciento de Guatemala es de laderas y zonas altas de montaña. En la cocina no faltan los frijoles, el maíz y buena carne.

El país de una acogedora belleza tiene 38 volcanes y 485 picos volcánicos. «La naturaleza se nos ha volcado sin miserias», expresó sin modestia Carlos Marroquín, conocido guía de turismo.

El tramo desde Ciudad de Guatemala en dirección sur, hacia el Pacífico, ofrece una diversidad de vegetación que al salir es de altiplano.

Al pasar el peaje, kilometro 44, –el único que existe en el país- se ingresa a la autopista de doble calzada Amatitlán-Palin. En Palin lo más sobresaliente es la ceiba gigantesca del parque central que cubre una manzana cuadrada, bajo cuya sombra se reunen los lugareños a toda hora.

Esa ruta CA9 está bordeada de amatles, un árbol que conserva el agua y crece a orillas de los ríos.

Al descender suavemente se observa el cambio de vegetación y empiezan a predominar plantaciones de caña de azúcar y variedades de palmas a los lados de la vía.

Se divisa el volcán Pacaya, y en dias despejados aprecia la lava.

Algunos excursionistas organizan ascensos al volcán lo que les toma media día de paseo.

Luego de una hora hora y media de viaje la temperatura sube a 86 grados F, aparecen los cultivos de frutales y la vía se adorna de unas piedras con forma de caras que hacen imaginar que alguien las colocó alli. «Los indígenas acuden a esos sitios para celebrar sus rituales», asegura Marroquín.

Enseguida encontramos Escuintla, un punto donde la carretera se bifurca y la gente se detiene en las ventas de bananas, naranjas y mandarinas.

Al sur continúan quienes buscan el mar y los camiones que transportan la carga de los puertos de Quetzal y San José, los más importantes del país en el Pacífico. Las arenas de estas costas son de origen volcánico y el mar es muy movido.

De Escuintla parte al oriente la variante hasta la frontera con México. Se trata de la ruta CA2 que va paralela al litoral del Pacífico y exige precaución por la cantidad de vehículos cargados de caña de azucar que transportan de los cañaverales a los ingenios.

Los centros urbanos más importantes son Santa Lucía, Mazaltenango y Retalhuleu, municipio al que pertenece El Acintal. Aquí se encuentra el sitio arqueologico de Ab’aj Tak’alik, una de las más importantes ciudadelas con evidencias culturales de la transición olmeca a la maya.

Tiene 282 monumentos de estilos mayas y olmecas, donde sobresalen los barrigoncitos y unas obras zoomórficas.

 

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