Viaje por El Salvador, el ‘callejón de América’
Viaje por El Salvador, el ‘callejón de América’ ENRIQUE CÓRDOBA ESPECIAL/EL NUEVO HERALD. Viajé desde Miami a El Salvador acompañado por Willy Retana -ejecutivo de una multinacional-, quien aseguró “mi país es como un callejón de América con cinco volcanes en el lado montañoso y el mar Pacífico en el otro costado, y se recorre en cuatro horas ”. A las 24 horas de haber llegado ya habíamos visitado la capital y degustado el plato típico de los salvadoreños: pupusas, unas tortillas gruesas de maíz, rellenas de chicharrón, fríjoles refritos y queso. El Salvador es un lugar que embruja a los foráneos. “Es la gente más amable que yo he encontrado y eso me gustó”, confiesa Ueli Walchli, quien llegó como aventurero hippie de su Suiza natal en 1964, se quedó en el país y hoy es un próspero magnate de la industria marítima con oficinas en varios países. “Los salvadoreños son gente amable y generosa, y me agradó el país”, expresa. “Me enamoré de sus mujeres, los volcanes y las playas, lindísimas y silvestres”. Ueli tiene preferencia por la playa del Tamarindo, cerca de La Unión. “Es una península paradisíaca de arena blanca y ostras grandes”. Cerca de las playas de Usulután, sembradas de extensas plantaciones de coco. Se realiza por estos días el Torneo Internacional de pesca del Marlen. Todo es cerca en El Salvador. El país se recorre en una jornada. En un día se pasa de las playas de Costa del Sol –las más extensas del país, 12 kms- y el estero de Jaltepec donde se navega a través de sus canales con manglares, al volcán Izalco, uno de los volcanes más jóvenes del mundo que se escala en dos horas. “A los salvadoreños nos llaman ‘guanacos’ porque somos muy trabajadores”, me explicó la escritora Maira Rivera, autora de “Berlín, amor y odio”, una novela en la que consigna los conflictos personales originados por el choque armado que vivió su país en la década del 80. Algunos de esos teatros de la guerra hoy son lugares apacibles de pesca, camping, montañismo y senderos para caminatas. Es la llamada ruta de paz. En el Museo de la Revolución, en Perquin, hay una muestra de armas, pedazos de aeronaves derribadas, fotografías, objetos de combate y testimonios históricos relacionados con la guerra civil que azotó a El Salvador. Así como existe la ruta de los volcanes, también está la de naturaleza y aventura, los parques nacionales y los lagos como Ilopango a solo 21 kms, de la capital. El lago Coatepeque, de Santa Ana, considerado uno de los 10 lagos más bellos del planeta, tiene un área de casas de recreo donde los dueños llegan en helicópteros y los turistas a disfrutar de la armonía y la naturaleza. Chalchuapa, cuna de mi guía Willy Retana, es una ciudad del departamento de Santa Ana, de calles adoquinadas y casonas de patios andaluces. Alberga uno de los principales complejos arqueológicas de El Salvador: Tazumal. “Aquí llegó la influencia de las tribus de Copan, Tolteca y Teotihuacán” recuerda Retana que le enseñó su maestra. “Estoy muy ligado a esta área arqueológica”, dice. “Colinda con el patio de mi casa”. Frente a la estructura prehispánica, está la tienda “Souvenirs Tazumal” y en la acerca un letrero: “Se vende yuca con chicharrón”. enriquecordobaR@gmail.com Read more: http://www.elnuevoherald.com/2011/10/23/1049489/viaje-por-el-salvador-el-callejon.html#ixzz1beNTjZmV