LOS PATONES DE ARRIBA

La historia del pueblo de los Patones de arriba, que visitamos ayer, es fuera de serie. Luego escribo mi crónica, pero quiero adelantarles la reseña de Barcelo Experiencias, que la narra así: En el Valle del Jarama, frontera natural entre la Comunidad de Madrid y Guadalajara, se esconde a 60 kilómetros al noreste de la capital un pequeño pueblo que ha permanecido prácticamente inadvertido durante siglos. Incrustado en lo alto de un barranco, en una brecha de la cordillera, Patones de Arriba ha resistido incólume los embates del tiempo, aislado del resto del mundo e incluso gobernado por su propio “rey” (una suerte de alcaldía hereditaria) hasta el siglo XVIII.

El resultado es un lugar mágico donde el tiempo se ha detenido, una pequeña aldea que representa como ninguna la “arquitectura negra” de la región, con sus sinuosas calles y casas rurales de pizarra. En las últimas décadas, la mayoría de sus vecinos bajaron a vivir a Patones de Abajo, creado en los años 40, por lo que el pueblo antiguo ha quedado como un lugar dedicado al turismo ha y se ha llenado de casas rurales, restaurantes, tiendas ecológicas, de artesanía, y talleres de diversos trabajos manuales, muchos de ellos llevados por urbanitas bohemios que un día decidieron dejar la ciudad atrás para siempre. Por todo ello, Patones de Arriba es el pueblo más pintoresco de Madrid, y una opción ideal para desconectar en una escapada de fin de semana.

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