Paseo en Kingston y atardecer en Negril

Nuestra Amrica
Paseo en Kingston y atardecer en Negril
By ENRIQUE CORDOBA
Especial/El Nuevo Herald
Cuando se piensa en viajar a Jamaica llegan las imágenes de la belleza de sus playas, la caída del sol en el horizonte y el mar de colores que invitan al disfrute de la naturaleza.
Todo es cierto, pero esta isla de 240 kilómetros de largo y 80 de ancho –la tercera en extensión en el Mar Caribe–, tiene múltiples atractivos para los visitantes.
El legado como ex colonia británica está presente en el idioma, la norma de conducir por la izquierda y otros valores culturales, como las mansiones donde residieron los magnates del azúcar y el ron.
La gente es parte del paisaje de Jamaica. Su población es una mezcla de africanos traídos para laborar en las plantaciones de azúcar, y de habitantes de ascendencia india, árabe, china y europea. Entre los europeos figuran los descendientes de corsarios y piratas que todavía enriquecen las leyendas de la isla.
A Kingston, la capital –fundada en 1692– y sede del gobierno, debe ir quien se apasione por el pasado y la cultura de una ciudad que ha sido cruce de lo caribeño, lo africano y lo latinoamericano.
Lo ideal es hacer una caminata por sus calles, edificios y monumentos históricos para mezclarse con sus gentes que siempre llevan una sonrisa en los labios o van entonando una melodía de reggae.
Kingston es una ciudad trepidante, calurosa y llena de ruidos que junta la gestión de la burocracia oficial con el movimiento comercial marítimo.
Además del sector histórico se ha desarrollado un área moderna de amplias avenidas, con torres comerciales, centro de convenciones y zonas residenciales.
El recorrido por la ciudad debe incluir la Nacional Gallery y el Parque Nacional de los Héroes, transformado en jardín botánico con monumentos donde descansan algunos patricios. Los más visitados son la tumba del periodista Marcus Garvey, defensor de los derechos de los negros, y la del líder Norman Manley. En este parque tuvo lugar además un famoso concierto de Bob Marley, el Smile Jamaica Concert en 1976. Los guías aconsejan entrar al museo de Bob Marley para ver documentales sobre su vida y escuchar sus éxitos musicales.
El destino final de mi viaje a Jamaica fue la villa Round Hill, cerca de Montego Bay, en el oeste de la isla.
El paisaje desde la terraza de mi cabaña sobre la colina de una pequeña ensenada sembrada de cocoteros y exóticas playas, no podía ser mejor.
En la noche se iluminaba con las luces de los caseríos que circundan el idílico complejo hotelero diseñado hace 20 años por Ralph Lauren para su esposa Rick.
De Montego Bay rumbo a occidente, transitando por la carretera que bordea el mar, se llega a Negril después de pasar por una docena de pintorescos pueblitos de pescadores.
En Negril no puede dejar de visitar Long Bay, que cuenta con 12 millas de extraordinarias playas de arena blanca y aguas cristalinas y de tonos azul y verde. Es un sitio ideal para los deportes marítimos, por lo que abundan las empresas de submarinismo, buceo y excursiones en botes y catamarán.
Los atardeceres más famosos de Negril se esperan en Rik’s Café, escuchando reggae en vivo, tomando fotos espectaculares y compatiendo con gentes de todo el mundo.
Al levantarse no hay nada más sabroso que saborear el excelente café jamaiquino Blue Montain contemplando el mar, sentado en una hamaca, frente a la playa.•

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