Tenerife y la Virgen de la Candelaria
ENRIQUE CORDOBA: Tenerife y la Virgen de la Candelaria
By ENRIQUE CORDOBA
Cuando llegué a la Basílica de la Candelaria, el último jueves de junio pasado, en el municipio de Candelaria en Tenerife, un hombre me contó esta historia. Dijo que estaba feliz de cumplir su promesa por haber llegado esa tarde ante la Morenita para darle las gracias a la Virgen que le salvó la vida.
Su desgracia comenzó por ser un niño gracioso que, por llamar la atención de los demás, causó envidia a la madre de otro infante nada simpático, quien para vengarse de su suerte, contrató los servicios de una hechicera para perjudicarlo.
Según le contó su mamá, la bruja preparó un juguete y el maleficio surtió efecto una vez el niño tocó el muñeco. Al ver que el niño estaba cercano a la muerte ante la inoperancia de la medicina convencional, su madre, en el desespero, se agarró de una medalla de la Virgen de la Candelaria y le prometió devoción a cambio de la salud del hijo.
A la mente del hombre en la basílica, le llegó la imagen vaga de su niñez en medio de una multitud de la que él forma parte. Es una gran peregrinación de gente; hombres, mujeres y niños. Oran y ascienden por una montaña, en una madrugada, todos vestidos de blanco, llevando velas encendidas en las manos.
Mucho tiempo después precisó el recuerdo. Correspondió al día en que su mamá lo llevó al Cerro de la Popa en Cartagena de Indias, el 2 de febrero, para agradecerle el milagro a la venerada imagen de la Virgen de la Candelaria.
Como este peregrino, hay miles de seguidores de la patrona de Canarias al otro lado del Atlántico. La devoción a la Virgen de la Candelaria la trasplantaron a muchos pueblos y ciudades de las Américas los canarios, especialmente los de Tenerife, pues fue el lugar donde se dice que se les apareció la santa, en 1392, a unos pastores guanches.
Desde que Colón zarpó de la Gomera rumbo a la aventura que lo trajo a América en 1492, los lazos históricos, comerciales y culturales entre el archipiélago de las Canarias y varios países de América se estrechan cada día más.
Lo recordó Ricardo Melchor, presidente del Cabildo de Tenerife al recibir a una delegación del condado Miami-Dade, encabezada por la comisionada Rebeca Sosa, con ocasión de la inauguración de la frecuencia semanal de Air Europa entre Santa Cruz de Tenerife y Miami. Son descendientes de canarios más de quinientos mil cubanos residentes en Miami, afirmó Melchor. La emigración canaria en Venezuela ha representado un gran apoyo económico para las islas y crecimiento para la patria de Bolívar.
Montevideo, fundada por canarios, se caracterizó en una época por ser el puerto español más importante del Atlántico sur, y San Antonio de Texas fue fundada por 15 familias canarias.
Lleva el nombre de Tenerife un municipio colombiano fundado a orillas del río Magdalena, el 20 de enero de 1543, por el capitán canario Francisco Henríquez.
Luego de épocas de penuria, actualmente Tenerife es una isla con un desarrollo socioeconómico digno de valorar, porque enaltece la responsabilidad de su clase política. Manejaron con eficiencia los recursos de la Unión Europea y posicionaron a la isla con las calificaciones del primer mundo. Su sistema de carreteras es óptimo; la planificación urbana, envidiable; y el servicio de transporte público excelente, puntual, el urbano o intermunicipal.
La población de Tenerife es de 800,000 habitantes. Tiene una capacidad hotelera de 100,000 camas –el doble que Miami– y recibe 12 millones de turistas al año. La gran ventaja para la hotelería –dijo Cristóbal de la Rosa, coordinador de cultura del cabildo– es que los pasajeros no pernoctan dos o tres noches, como ocurre en Orlando o Miami, sino siete días. Los tinerfeños saben que Tenerife es la puerta sur de Europa y puerta inmediata de Africa. La comisionada Sosa, Paulino Rivero Baute, presidente del gobierno insular de Canarias, y Ricardo Melchor, presidente del cabildo de Tenerife, están claros en las oportunidades que existen para obtener beneficios mutuos en turismo y economía.
Hay que repetirlo: Tenerife goza de un pueblo de espíritu alegre, como buenos isleños, con acentuado civismo, y disfrutan de una excelente calidad de vida.