Viaje en `panga’ a la bahía de Jiquilisco

ENRIQUE CORDOBA

Usulután, al oriente de El Salvador, es un departamento cercano a la frontera con Honduras, rico en paisajes de volcanes, montañas y playas bañadas por las aguas del Pacífico.

Uno de los mayores atractivos de la región es la bahía de Jiquilisco, que aloja la mayoría de las aves marino-costeras del más pequeño país

centroamericano.

A este escenario natural se llega después de recorrer 70 millas desde San Salvador, la capital, a través de una excelente carretera conocida como la Carretera del Litoral.

Hay cuatro accesos. Primero, por el desvío de San Marcos Lempa y el bosque Nancuchiname está la entrada por la carretera CA-2 hacia la ciudad de Jiquilisco hasta Puerto Triunfo. También se puede ir por Puerto Barillas, la playa El Espino, y desde la ciudad de Usulután vía Puerto Parada.

En mi viaje pernocté en Usulután para luego recorrer sus calles, visitar la iglesia y conversar con gentes que llegan al parque a contar pasajes de la vida campesina.

Lo primero que impresiona al arribar a la bahía es el estado primitivo de sus alrededores. A pocos minutos de salir el visitante se encuentra con las armaduras oxidadas de un cementerio de viejos barcos pesqueros.

Tony Reyes es un agrónomo que vivió en Estados Unidos y decidió regresar para disfrutar de las bellezas de su país. Fundó en una isla un conjunto de cabañas con el nombre de Bahía Sport, donde se respira paz y se vive en medio de la naturaleza, www.bahiasportbar.com (011503 2622 9606).

Reyes habla de la llegada de las tortugas marinas para cumplir allí su proceso de desove.

En el paisaje predomina el verde de los manglares, el azul del cielo y el colorido de las lanchas de los pescadores y los cultivadores de coco.

Le llaman pangas a las decenas de canoas que atracan en los malecones, en las que ofrecen paseos de aventura por la bahía que conecta con el Océano Pacífico, por los estrechos o bocanas.

El escenario es tan pintoresco que permite ver desde las playas de la bahía o desde una panga, el imponente volcán de Usulután con sus 1,449 metros de altitud.

En unos pocos kilómetros se abre una bahía, la península de San Juan del Gozo y 27 islas de diversos tamaños, como Espíritu Santo, Tortuga, El Arco y Méndez.

En esa hermosa y variada geografía marina se forman bocanas que han bautizado con los nombres de El Bajón y la Chepona, al igual que puertos de cabotaje como El Triunfo y Puerto Parada.

En las costas de la bahía se encuentran caseríos y puertos dotados de hoteles con exóticos bungalóes, estaderos y restaurantes con los servicios básicos para pasar unos días y disfrutar de la vida natural a orillas del mar.

La cocina está basada en platos elaborados con pescados y mariscos. Estando en El Salvador no hay que olvidar las pupusas y la horchata bien fría.

Los amantes de las caminatas tienen 50 kilómetros de reserva natural sobre la costa. Se han estudiado 54 clases de aves, iguanas, tortugas, boas y cocodrilos.

Pasando la población de Jiquilisco encontramos Puerto Triunfo, en cuyas vecindades está el bosque de Chaguantique, un área protegida por el gobierno, de mil hectáreas de terreno. Es rica en mono araña, mariposa Big Blue y árboles enormes que llegan a crecer a una altura de 60 metros.

El Salvador es un país de gente hospitalaria, donde el turista es bien recibido y por su tamanno, todo queda cerca.

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